Cultivar una mayor atención a nuestra respiración, puede traer muchos beneficios a nuestra salud física y mental.

Curiosamente, los científicos están descubriendo que una frecuencia particular de respiración, alrededor de seis exhalaciones por minuto, puede ser especialmente reconstituyente, desencadenando una “respuesta de relajación” en el cerebro y el cuerpo.

También ha comenzado a llamar la atención de grandes corporaciones, que esperan que la práctica pueda ayudar al personal a enfocar sus mentes y hacer frente al estrés diario de su trabajo. Así pues se está volviendo en un método volver a nuestra esencia desde la Respiración.

Esta práctica de atención es inspirada en las enseñanzas de los textos antiguos, especialmente las escrituras hindúes y védicas, que durante mucho tiempo contemplaron la importancia del control de la respiración a través de prácticas como pranayama, ejercicios respiratorios del yoga.

Claudio San Martin formador e instructor de yoga y bailarín con más de 20 años de experiencia en este sector, nos invita a profundizar en este aspecto vital del ser, ofreciendo novedosa mente en nuestra sala clases regulares todos los LUNES de 19:45 a 21h.

Estas sesiones son independientes, aunque se aconseja hacer un ciclo mínimo de 4 sesiones para obtener beneficios. Hemos confeccionado varías tarifas para adaptarlas a cada necesidad:

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Una idea prometedora se centra en los nervios sensoriales que rodean el pecho, cuyos efectos sentimos cada vez que llenamos nuestros pulmones al máximo.

“Con solo respirar profundamente, se puede ver hasta qué punto es un acto mecánico”, explica Donald Noble, de la Universidad de Emory, en Estados Unidos.

Esa sensación de presión proviene de un conjunto de sensores elásticos que miden la expansión de los pulmones.

El movimiento del pecho producido por la relajación del diafragma cuando exhalamos también ejerce presión sobre los vasos sanguíneos que ingresan al corazón, lo que finalmente activa otro conjunto de sensores (llamados barorreceptores) en nuestras arterias.

Ambos tipos de sensores alimentan el tronco del encéfalo, y Noble explica que, cuando respiramos profundamente, la actividad en otras regiones podría sincronizarse con esa estimulación constante y repetitiva.

Las ondas cerebrales lentas resultantes nos llevan a un estado de alerta relajado.

Las respiraciones más rápidas y superficiales de por sí no estimulan esos nervios, o el cerebro, de manera tan efectiva; necesitas una inhalación y exhalación prolongadas para generar los ritmos adecuados para el cerebro.

Persona respirando

Igualmente importantes son los barorreceptores sensibles a la presión, en las arterias alrededor del corazón, que alimentan el nervio vago.

Se trata de un elemento esencial del sistema nervioso que se cree que es particularmente importante para amortiguar la respuesta de lucha o huida después de que desaparezca una amenaza.

“Le permite al cuerpo concentrarse en cosas reparadoras o nutritivas”, dice Noble, Ese estado a menudo se conoce como “descansar y digerir”.

Al estimular repetidamente el nervio vago durante esas largas exhalaciones, la respiración lenta puede cambiar el sistema nervioso hacia ese estado más tranquilo, lo que resulta en cambios positivos como una frecuencia cardíaca más baja y una presión arterial más baja.

Curiosamente, las personas que practican la respiración parecen encontrar un punto óptimo en torno a las seis respiraciones por minuto.

Esto parece producir una relajación notablemente mayor a través de algún tipo de circuito de retroalimentación positiva entre los pulmones, el corazón y el cerebro, “desbloqueando o promoviendo la amplificación de un ritmo fisiológico básico”, dice Noble.

El experto cree que esta frecuencia se puede encontrar en las acciones repetitivas de muchas prácticas espirituales, como el Ave María que se dice en las oraciones del rosario y el canto de mantras yóguicos, que tal vez evolucionaron para enviar a las personas a un estado mental relajado, pero concentrado.

Texto de BBC NEWS.

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