Bardarbom dijo: “Querido lama, no tengo nada preparado para la vida futura, pero quiero comenzar ahora. Te ruego seas tan amable de enseñarme la práctica”. Luego, con gran sinceridad, le imploró. Milarepa estaba encantado y replicó: “Me alegra que desees sinceramente dedicarte a la religión. Según la tradición de mi linaje no es necesario cortarse el pelo ni cambiar de nombre. Uno puede alcanzar el estado búdico como laico o como monje. Sin cambiar su condición puede uno llegar a ser un buen budista”. Luego entonó el canto titulado: Las Cuatro Parábolas y los Cinco Significados, dándole instrucción para la “práctica mental”.
¡Escucha, muchacha afortunada,
tú que tienes riqueza y fe!
Piensa en la magnitud del cielo,
medita en la vastedad que no tiene centro ni bordes.
Piensa en el Sol y la Luna,
medita en sus luces
sin tinieblas u oscuridad.
Semejando a la inmutable, sólida montaña frente a ti,
medita con firmeza y solidez.
Como el océano, infinito en grandeza
e insondable en profundidad,
absórbete en intensa contemplación.
Así has de meditar en la propia mente;
así, sin error ni duda, has de practicar.
Luego Milarepa la instruyó en las prácticas físicas y mentales, y la mandó a meditar. Poco después la muchacha obtuvo algunas experiencias; con miras a disipar sus dudas y a derribar sus obstáculos, vino a Milarepa y cantó así:
¡Oh tú, el Jetsun, el gurú inmaculado,
tú, hombre de consumación,
transformación corporal del Buda!
¡Estoy muy bien cuando contemplo el cielo!,
pero me siento incómoda cuando pienso en nubes,
¿cómo debo meditar en ellas?
¡Estoy bien cuando contemplo el Sol y la Luna!,
pero me siento incómoda cuando pienso en estrellas y planetas,
¿cómo debo meditar en ellos?
¡Estoy bien cuando contemplo la sólida montaña!,
pero me siento incómoda cuando pienso en árboles y arbustos,
¿cómo debo meditar en ellos?
¡Estoy bien cuando contemplo el gran océano!,
pero me siento incómoda cuando pienso en olas,
¿cómo debo meditar en ellas?
¡Estoy bien cuando contemplo la naturaleza
de la propia mente!,
pero me siento incómoda cuando topo
con el incesante fluir de los pensamientos,
¿cómo debo meditar en ellos?
Después de escuchar su canto, Milarepa se sintió muy complacido. Supo que ella en verdad había tenido experiencias en la meditación. Así pues, para aclarar sus dudas y favorecer su comprensión, cantó:
¡Escucha muchacha afortunada,
tú que tienes riqueza y fe!
Si te sientes bien cuando meditas en el firmamento,
del mismo modo será con las nubes;
las nubes son manifestación del firmamento;
¡por lo tanto, descansa directamente en la esfera celeste!
Las estrellas son sólo reflejos del Sol y de la Luna;
si puedes meditar en ellos, ¿por qué no en las estrellas?
¡Absórbete, pues, en la luz del Sol y de la Luna!
¡Arbustos y árboles son manifestación de la montaña;
¡si puedes meditar bien en ella, así será con los árboles!
Así pues, ¡permanece en la firmeza de la montaña!
Las olas son sólo movimiento del océano;
si puedes meditar bien en eso, ¿por qué no en las olas?
Así pues, ¡disuélvete directamente a ti misma en el océano!
El fluir del pensamiento que disturba es manifestación de la mente;
si puedes meditar bien en ella, ¡igual será con el fluir del pensamiento!
Así, pues, ¡disuélvete en la esencia misma de la mente!
De ahí en adelante, Bardarbom se esforzó en contemplar la naturaleza real de la mente, y al fin alcanzó en una vida la perfecta realización. Cuando murió, voló con su cuerpo humano a la tierra pura de las Dakinis. Toda la gente escuchó el sonido del tamborcito que tocaba en ese momento.